Matar por Diversion


A lo largo de nuestra historia muchas costumbres y tradiciones han dejado de practicarse como consecuencia del desarrollo de la moral humana. La esclavitud, las ejecuciones por fieras en el circo romano, los autos de fe de la “santa” Inquisición, o el derecho de pernada han pasado a ser parte de nuestro pasado y no tienen lugar en nuestra cultura actual.




Sin embargo aun hoy en día, muchas personas disfrutan de determinados espectáculos donde la muerte y el sufrimiento de los animales se consideran “cultura popular” o “deporte”; Si bien la mayoría de ellas actúan como espectadores en salvajes ceremonias como las corridas de toros, otras forman parte activa de ellos en su tiempo de ocio matando a seres indefensos cuando se abren las temporadas de caza y pesca. 




En cierta forma no debería extrañarnos como estas actividades se observan con indiferencia por parte de la opinión pública, demasiado acostumbrada a convivir con imágenes de guerras, catástrofes o malos tratos, sobre todo cuando se disfrazan por parte de los interesados con mensajes deportistas, ecologistas y conservacionistas desvirtuados. 


Sin embargo, la caza “deportiva” es por definición un inútil e injustificado baño de sangre de manos de “deportistas” cuya afición consiste en matar animales indefensos por simple placer, en contraposición al cazador primitivo o de otras culturas que caza por necesidad de sobrevivir. 
La caza “deportiva” no es un deporte, como no lo es el tiro de pichón, simplemente es una cruel e inhumana actividad cuyo objetivo no es otro que matar por diversión. 




La caza “deportiva” no tiene nada de ecologista, muy al contrario supone un grave deterioro en nuestro medio ambiente provocando extinción de especies en nuestros montes, precisamente aquellas especies que serian, en caso de existir, los depredadores naturales de los jabalíes, conejos etc. que se cazan con la excusa legal del control de población. 




La caza “deportiva” es una amenaza ecológica para cientos de especies autóctonas y migratorias, responsable de la extinción, hibridación y endogamia de especies animales, además de la contaminación por plomo (plumbismo) de humedales y espacios naturales provocadas por la munición. 


La caza “deportiva” no puede ser ecologista cuando usa cepos, liga, lazos corredizos, redes o escopetas, legales o ilegales para abatir a seres vivos abandonados en algunos casos sin rematar, o en el mejor de ellos exhibidos como trofeo disecado en las paredes de viviendas y asociaciones de estos “deportistas-amantes de la naturaleza-defensores del control poblacional”. 




La caza “deportiva” aunque sea legal, es una violación de los derechos de los animales, responsable no solo de la muerte de miles de ejemplares salvajes cada año sino también del maltrato de cientos de galgos y otros perros de caza, ademas de la desaparición de algunas especies como el lobo zorro de Tanzania.



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