Las ballenas de Bryde crecen hasta una media de 12 metros en el caso de los machos y de 13 en el de las hembras, si bien pueden llegar a medir 15 metros. Aunque pueden alcanzar los 20.000 kg, normalmente pesan unos 12.000 kg de media. Al nacer, las crías miden unos cuatro metros y pesan en torno a 900 kg. Son ballenas de línea esbelta y aletas puntiagudas, pero su característica más distintiva son las tres líneas paralelas que van desde el espiráculo hasta la punta del rostrum. Presentan una prominente aleta dorsal que puede llegar a medir 45 cm y su cabeza es estrecha y afilada. Los pliegues gulares le permiten extender la boca como un fuelle cuando se alimenta. Las ballenas son de color gris oscuro, ligeramente más claro en el vientre.
Las ballenas de Bryde son únicas entre las ballenas barbadas porque nunca viajan a aguas frías, sino que pasan todo el año en aguas tropicales y subtropicales donde la temperatura es superior a los 20 grados centígrados. Se encuentran tanto en alta mar como cerca de la costa. Sus migraciones son muy cortas y se las ha avistado en África Occidental, Sudáfrica, Madagascar, Seychelles, Australia Occidental, Fiji, Perú, Hawai, el Golfo de California, Filipinas y Japón. Probablemente existen al menos dos especies distintas de ballena Bryde; la más grande (B. brydei) se encuentra en alta mar, lejos de las costas, y la más pequeña (B. edeni) más cerca de éstas.
MATANZA COMERCIAL
Los métodos de cacería iniciales fueron muy sencillos y casi no cambiaron durante 300 años, era una cacería que no amenazaba a las especies, meramente de subsistencia por parte de comunidades indígenas. La cacería masiva comenzó en el siglo XVII y fue hasta los siglos XIX y XX cuando los modernos métodos de captura pusieron a varias especies de ballenas en peligro de extinción. En la actualidad se afirma que ocho de las once especies de ballenas están en peligro de extinción debido a la cacería comercial. La mayoría de las poblaciones de ballenas mexicanas disminuyeron porque, al ser migratorias, eran cazadas fuera de los mares territoriales mexicanos. Sin embargo, a finales del siglo XIX y principios del XX, las ballenas también fueron atrapadas en las costas de la península de Baja California por barcos americanos, noruegos, rusos y japoneses, principalmente. La ballena gris mexicana estuvo en dos ocasiones en peligro de extinción y es la única que ha recuperado su número original.
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TRÁFICO ILEGAL
Aun y cuando existe una moratoria mundial sobre cacería de ballenas, Japón continúa cazando a través de un falso programa científico. Es justamente en ese país donde los productos obtenidos de los cetáceos alcanzan el mayor precio del mundo. Esta situación propicia la entrada de productos ilegales a ese mercado, al grado que, en los últimos años, en Japón y Corea se ha detectado la venta de carne de especímenes provenientes de poblaciones mexicanas así como de muchas especies prohibidas y en peligro de extinción.
DESTRUCCIÓN DEL HÁBITAT
La contaminación de los océanos por el vertido de desechos tóxicos amenazan la vida de los animales marinos. La contaminación puede ser de origen industrial, agrícola o doméstico. Han ocurrido casos de mortandad masiva de cetáceos en las que los contaminantes persistentes han sido identificados como los causantes originales. Los contaminantes persistentes como pesticidas organoclorados y PCBs pasan a formar parte de la cadena alimenticia, son bioacumulables y biomagnificables pues se acumulan en los tejidos grasos de los cetáceos afectando sus sistemas inmunológico, endócrino y reproductivo. La afectación del sistema inmunológico deja a los cetáceos susceptibles de cualquier enfermedad, a biotoxinas o al ataque de virus o bacterias que en otras circunstancias no serían perniciosos. La contaminación de los mares crea las condiciones ideales para los brotes de marea roja, cuyas biotoxinas ya han causado la muerte masiva de organismos marinos, incluyendo cetáceos.